miércoles, 2 de mayo de 2012

Aunque el sol no me acompañe...

Una vez el sol se valla, no sigas caminando. Párate y espera a que vuelva a salir... Aquella vez que me lo dijo, me dijo que lo hiciera; pero yo, nunca paré de caminar.


Según el sol me brindó sus rayos, me paré. Fijé la mirada en lo que me rodeaba, sin darme cuenta las plantas florecían a mi lado, ya siendo de noche o de día y yo me pregunté por qué yo tenía que pararme cuando el sol se fuera... Y llegué a la conclusión, de que por mucho que tarde el sol en salir, por mucho que tarde en irse... Hay que seguir caminando, para poder seguir floreciendo...